O al menos la vida de mucha gente. Hace unos días hablábamos de una plataforma llamada Arduino que entre sus múltiples aplicaciones, estaba la de poder fabricar impresoras 3D. Así dicho, parece un invento más, como el día que empezamos a ver hologramas impresos en todas partes, desde postales hasta tarjetas de crédito, ¿los hologramas cambiaron el mundo? Creo que no.
Ahora imaginemos una escena en la que de vuelta de vacaciones, y a 500 km de nuestra casa, se nos rompe aquella pieza del utilitario, imposible de localizar en los servicios oficiales cercanos –este motor se dejó de fabricar en el 98, oiga–. El seguro de asistencia nos daría dos opciones: viajar en la grúa con el coche hasta nuestro taller habitual, o continuar en taxi y dejar el coche hasta que llegue la pieza de Alemania. Hasta ahora, porque la tercera opción sería descargarnos un archivo de la web de Opel y que la impresora 3D del taller local fabricase la pieza en cuestión de minutos.
Es un ejemplo simple, del que se pueden extraer ventajas de tipo económico, de tiempo, de menor impacto ambiental cuando eliminamos el transporte de la pieza, del coche averiado, del coche ya reparado, del taxi… ¿y si en lugar de una pieza de automóvil fuese una prótesis de cadera? ¿y si hubiera una impresora 3D a gran escala, capaz de construir edificios en horas tras una catástrofe natural? ¿y una impresora capaz de superponer células vivas que reprodujeran un órgano? Porque independientemente del material que se emplee, esta tecnología permite fabricar estructuras mucho más complejas y ligeras que con la tecnología industrial actual.
No es ciencia ficción, desde 1.800 dólares se pueden adquirir impresoras 3D domésticas de Makerbot (USA) que imprimen en plástico, o por 1.200 euros las holandesas de Ultimaker, hasta las nuevas FORM 1 con tecnología láser y mucha más resolución por unos 2.500 dólares. En cuanto a los programas, no es necesario ser un experto para manejarlos: algunos como SketchUp (adquirido por Google para representar edificios en 3D, gratuito) prometen ser bastante intuitivos. Ya hay una App de Autodesk que permite modelar un objeto en 3D (una persona, un edificio…) con la cámara del teléfono móvil.
Una vez más, los derechos de autor, propiedad intelectual, patentes y fronteras de la propiedad industrial, formarán el nuevo debate del que solo saldrán airosas las compañías que asuman el reto como una ventaja competitiva, un valor añadido de personalización de sus productos, o un mejor servicio postventa como en el ejemplo del coche averiado. El hágalo usted mismo que todo lo puede.
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- Impresora 3D
¡Impresionante! … Buen artículo.
Pues está muy bien este invento. que nivel