Ya hemos hablado, en las entradas anteriores a esta tercera y última parte, de las situaciones que casi nos obligan a prescindir de los especialistas y remangarnos, con un ojo en la operación y con otro en un vídeo de YouTube de una intervención de vesícula (no pondré enlace para evitar imágenes de casquería).
Lo cierto es que los médicos tampoco se libran de nuestro intrusismo cuando llegamos a la consulta no solo con los síntomas, también con el diagnóstico de cualquier página facilitada por Google, por no hablar de la automedicación, situaciones que irán en aumento a la vista de los recortes en el ámbito sanitario.
Como comentaba en las demás entradas, creo que esta corriente amateur tiene aspectos muy positivos, aunque, por razones obvias, no tantos en sanidad ni, por ejemplo, en justicia. Hay pocas cosas que me den tanto miedo como el imaginar que formo parte de un jurado popular. O peor aún, que soy juzgado por un jurado popular y que soy inocente.
Hasta el momento parece que los jueces solo se degüellan entre ellos, y no parece fácil sustituirles sin haber abierto un Código Civil o Penal o de Circulación. Pero, ¿y qué pasa con los políticos?
Parece que se dan las condiciones para que los ciudadanos de a pie hagan un poco de bricolaje en lo político: ellos son muchos y caros, a veces chapuceros, y no siempre honrados. Este párrafo tampoco lleva enlace, no se cuál elegir.
Torrelodones, municipio de Madrid con casi 22.000 habitantes, es un ejemplo de gestión con un beneficio de 5,4 millones de euros en 2011, a cargo de un grupo de vecinos cuyas profesiones nada tenían que ver con la política. Comenzaron el año pasado por bajarse el sueldo, que se puede consultar en la página web, eliminar cargos elegidos a dedo por la anterior corporación, reconvertir a los escoltas y chóferes para actividades productivas… en fin, como dice algún concejal del grupo, gastar en lo importante como si fuera tu propia cartilla de ahorro.
No todas las experiencias de gobernantes aficionados son tan positivas como la de Torrelodones, pero creo que es una ventana abierta a la esperanza.
Actividad profesional privada, prestaciones sociales, justicia, política… omito deliberadamente a los bancos, no vaya a ser.
Pues viene al pelo la III entrega porque con los recortes, por un lado, y subidas, por otro de esta mañana… ( que curioso, a priori parecen conceptos contradictorios).
Fijaros en la contradicción. A priori, cabe pensar que a diferencia de otras profesiones, los mejores políticos deben ser amateur. Es decir, no deberían ser profesionales ni aspirar a vivir de la política ni a instalarse permanentemente en la poltrona. Los buenos políticos, deberían pensar que están en política de paso, para servir a su país y a sus ciudadanos, y volverse a su actividad privada pasados unos años. Y sin embargo, eso no lo piensa casi ninguno.
¡Gracias por vuestros comentarios!
Coincido plenamente.