Iván Villarrubia, hijo y colaborador del escritor Jaime Villarrubia, www.jaimevillarrubia.es, nos presenta su opinión abierta sobre los libros electrónicos (e-books), y el impacto en toda la cadena de valor editorial:
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A vueltas con el debate de hace unas semanas. Un resumen de lo que me parece mejor opción para los editores:
1. El intermediario en la transformación y distribución del producto ha dejado de ser una imposición a ser una opción, tanto para el creador como para el consumidor. Esto es válido para una canción y para un kilo de frutas.
2. En el caso de productos digitales que no se desgastan, existe el riesgo de que se pague por el primer ejemplar y luego el contenido se distribuya por la red gratuitamente, por lo que el creador deja de cobrar. Esto pasa porque los derechos de autor se cobran generalmente por comprar un objeto (real o digital) y no por el consumo del mismo. Esto es válido para un CD y para un archivo PDF.
3. La única manera de asegurarse el cobro por el consumo de contenidos es el ingreso económico a medida que se consume el contenido. Pagar por poder descargar un archivo supone pasar otra vez al punto 2. Se paga por un objeto pirateable.
4. Sólo el sistema Spotify que resuelve por ahora satisfactoriamente pagar por escuchar un producto (aunque sea mediante publicidad). Se realiza la transacción económica sólo si se escucha el archivo (no si se almacena), y además no es copiable.
5. El sistema de streaming gratuito sin posibilidad de descarga es el único que consigue vencer la gratuidad de las descargas ilegales gracias a la comodidad del servicio. El usuario de internet es tacaño, pero también perezoso.
6. Este sistema es el que creo que puede ser el único que pueda funcionar en el caso del libro electrónico. El libro electrónico debería ser leíble por la red, y su sistema ser tan cómodo que no compense la descarga o captura del archivo. Esto implica posiblemente la inclusión de páginas publicitarias en el propio libro electrónico.
7. El libro electrónico permite además configurar la publicidad para que ocupen toda la pantalla un tiempo mínimo o para personalizarse según usuario, por lo que la penetración de la publicidad es mayor.
8. Al igual que el sistema Spotify, la presencia de anuncios puede ser proporcional a la popularidad del producto.
9. El editor se convierte así en un gestor de contenidos y de publicidad, y sólo ocasionalmente en editor de estilo.
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-Iván Villarrubia –
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El artículo está muy bien… desde luego el mejor y el que más analiza este tema, que se pueda encontrar en Internet sobre el tema. Enhorabuna.